martes, 14 de junio de 2016

EL COMPONENTE SOCIOCULTURAL EN EL AULA DE ELE


     En la enseñanza de una lengua extranjera no solo se imparten contenidos lingüísticos, sino que también se dan a conocer prácticas sociales y valores culturales. Tanto es así, que la competencia comunicativa no se llegará a potenciar en un estudiante, si no se considera como un componente básico la competencia cultural; ambos términos son indisociables. En la asignatura de Aspectos socioculturales en el aula de ELE estamos viendo que la enseñanza de una lengua extranjera no es tarea fácil, ya que cada cultura posee unos rasgos determinados que dificultan el entendimiento entre los individuos. El objetivo de esta materia es erradicar las visiones culturales etnocéntricas, monolíticas y estáticas y concebir la sociocultura como algo que se transforma y enriquece a partir de los intercambios y experiencias interculturales derivados de la globalización, los movimientos migratorios y las nuevas tecnologías, fenómenos, entre otros, característicos de la sociedad actual.
     Una de las primeras tareas encomendadas en esta materia consistía en que cada uno de nosotros definiéramos la palabra cultura. Etimológicamente, este término viene del latín cultus que significa ‘crecimiento y cuidado del las facultades espirituales e intelectuales del individuo’. Como quedó reflejado en el foro, se trata de un concepto que abarca multitud de acepciones y términos asociados, por lo que no nos quedaremos solo con ese significado, sino que nos centraremos en aquellas variantes asociadas al aprendizaje de una segunda lengua como, por ejemplo, las que se incluyen en la definición que propuso la profesora. Esta explicación es la que voy a tomar como muestra para la elaboración de mi reflexión. Cultura es el “conjunto de hábitos, prácticas, costumbres y tradiciones; de valores, creencias, conocimientos compartidos y actitudes que conforman una cierta visión del mundo, una interpretación de los hechos y unas expectativas, hipótesis y deducciones concretas; de comportamientos aprendidos y ritualizados y de toda una serie de pautas, normas y reglas de funcionamiento fruto de las convenciones sociales de una sociedad, que posee una estructura y relación social concreta y comparte un código verbal y no verbal y unos instrumentos de comunicación para la interacción social y el entendimiento mutuo entre los hablantes de una determinada comunidad, que es objeto de la transmisión generacional y la herencia social y que solo tiene sentido dentro de un determinado contexto social” (en Usó, 2016). Teniendo en cuenta esta definición, que contempla un gran número de parámetros que delimitan los entornos culturales específicos, muchos de ellos vinculados con los aspectos socioculturales, redactaré mi reflexión centrada en la importancia del componente sociocultural en el aula de ELE.
  

     Fuente de la fotografía: www.languageandculture.com

     A partir de ese debate, que he referido anteriormente, comencé a cuestionarme y a valorar la complejidad del término y su repercusión en el aula de ELE. Estudiar una lengua extranjera implica salir al encuentro de una realidad que percibimos como algo diferente, y que para comprenderla es necesario conocer las normas que regulan la interacción del país en el que se habla. Por ello, el profesor deberá permanecer atento ante la realidad extranjera y la propia, con el fin de mantener cierta distancia que le permita reflexionar sobre los aspectos culturales que puedan influir en la conducta de los alumnos. Asimismo, es conveniente que tenga nociones, al menos básicas, de las culturas de los alumnos y, en su papel de observador, deberá percatarse de posibles extrañamientos, e incluso, de actitudes, comportamientos y gestos de rechazo derivados de situaciones concretas, y tendrá que hacer visibles a los alumnos todos aquellos implícitos culturales que para los nativos resultan obvios y que, erróneamente, a veces, pasa por alto. De esta manera, podremos evitar, en la medida de lo posible, malentendidos o conflictos culturales en el aula pero, además, conoceremos qué aspectos de la sociedad y de la cultura española les va a costar más a los estudiantes entender o asimilar, o en qué situaciones comunicativas se les pueden presentar dificultades derivadas de determinados aspectos socioculturales y que, por esa razón, no sean capaces de llevar a cabo un intercambio comunicativo eficaz.
     En una de las lecturas propuestas en la asignatura, Miquel y Sans diferencian entre la Cultura con mayúsculas, la cultura (a secas) y la kultura con k, aunque es importante destacar que no se conciben como comportamientos estancos. Estas autoras definen la cultura (a secas) como “todo lo compartido por los ciudadanos de una cultura; un estándar cultural, el conocimiento operativo que todos los nativos poseen para orientarse en situaciones concretas”. Este cuerpo central del esquema se corresponde con las variantes que incluye la definición de la profesora de esta asignatura, señalada anteriormente. Los alumnos de ELE, por tanto, necesitarán conocer los modos de ser y de hacer de los españoles para comprender el porqué y dar sentido a determinados comportamientos que, en ocasiones, distan mucho de sus respectivas culturas, pero también obtener la información necesaria para poder interactuar, saber qué hacer en una determinada circunstancia y cómo hacerlo. Como docentes, tenemos que tener presente que en el proceso de enseñanza-aprendizaje de una segunda lengua es imprescindible que los discentes adquieran estos conocimientos, relacionados todos ellos con el aprendizaje significativo. Por este motivo, dado que el foco principal de esta reflexión se centra en la relevancia de la competencia sociocultural en el aula de ELE, me he centrado en este significado del término que nos ocupa: la cultura (a secas), acepción en la que se focalizarán las propuestas didácticas que el profesor lleve a cabo en el aula. Una vez dominados estos conocimientos, los discentes podrán acceder a la Cultura con mayúscula y la kultura con k,  pero estos “dialectos culturales” quedan relegados a los niveles más altos. Ahora bien, partiendo de la enseñanza de esos parámetros propios de la lengua meta es conveniente, en primer lugar, que los contenidos culturales se adapten a la formación de los discentes, atiendan a sus gustos e intereses relacionados con la cultura objeto de estudio, y se adecúen a su nivel de conocimiento lingüístico, además de que se contextualicen y se vinculen con lo que ya saben los alumnos, sin caer en estereotipos ni tópicos. Para ello, lo ideal es realizar un trabajo comparativo de los modos de hacer y de entender el mundo, tanto de la lengua y de la cultura meta como de la propia, con el propósito de que los alumnos no reflexionen solo desde su propia identidad, sino que también adquieran una visión positiva derivada de las diferencias como una enseñanza enriquecedora para su crecimiento personal. De esta manera, a través de una metodología comparativa, y, en consecuencia, de la relación que se establezca entre los contenidos culturales y las creencias, a partir de la que se crean valores afectivos y cognitivos, también se contribuye a fomentar el enfoque intercultural, fundamental en el mundo globalizado en el que vivimos.
     A partir del tratamiento de los aspectos socioculturales, se debe formar a profesores que fomenten la reflexión, la comparación y la sensibilidad necesarias para enseñar la lengua y la cultura, y trabajar esa interculturalidad que tanto se exige en la actualidad. Debemos ser conscientes de que hay muchas maneras de ver y de entender el mundo, por lo que existen numerosas percepciones culturales que, a pesar de que distan unas de otras, son igual de válidas y respetables. El objetivo del aprendizaje intercultural es el desarrollo de la receptividad del aprendiz ante distintas lenguas y distintas culturas, cultivando su curiosidad y la empatía hacia sus miembros. Esto se consigue trabajando actitudes positivas respecto a la diversidad cultural, erradicando prejuicios, pero también reflexionando desde un punto de vista crítico sobre la propia cultura a través de otros puntos de referencia, siempre sin renunciar a la propia identidad. En España, lamentablemente, aún falta una conciencia clara de lo que se debería inculcar a los miembros de la sociedad con el fin de promover actitudes en las que el intercambio de opiniones, experiencias y creencias con el otro, estimule una transformación interior que facilite una acogida más abierta, flexible y receptiva. Este es un reto difícil, pero no imposible, en un país en el que no somos capaces de tomar decisiones concluyentes sobre determinadas prácticas que nos obcecamos en mantener, independientemente del daño que puedan ocasionar, solo por considerarlas como algo propio de nuestra cultura y que, a pesar del paso del tiempo, no somos capaces de llegar a un acuerdo para abolirlas. Es el caso, por ejemplo, del mundo taurino. Entonces, ¿cómo hacerle entender a un extranjero la existencia de este tipo de prácticas culturales, si ni siquiera son compartidas por todos los miembros que pertenecen a este país? A partir de este interrogante, sobre el que también se debatió en el foro, en concreto, en relación al Torneo del Toro de la Vega, se podría esbozar otra interesante reflexión respecto a si los toros continúan porque se considera un elemento relevante propio de la cultura española, entendida en ese sentido como una cultura monolítica o, por el contrario, estamos ante una polémica que no terminará nunca, sostenida por otro tipo de intereses, a pesar de que la sociedad española siga creciendo y avanzando hacia el progreso en otros ámbitos. En mi opinión, a veces, nos aferramos a mantener determinadas tradiciones que, con el paso del tiempo, han perdido el sentido de su práctica y ahora, en el siglo XXI, no tienen cabida, a pesar de que nos empeñemos en protegerlas. Esta es la razón que yo argumentaría en el aula de ELE, además de los intereses económicos, entre otros, junto con ejemplos parejos pertenecientes a sus respectivas culturas, en el caso de que los aprendientes me preguntaran sobre el mantenimiento de esta práctica y la disputa que perdura entre los bandos opuestos, ambos defensores de opiniones totalmente opuestas. No obstante, tendría que informarme sobre las ventajas e inconvenientes de conservar estas costumbres y modos de vida para dar una explicación fehaciente al respecto.

BIBLIOGRAFÍA

·      Galindo, M. (2005): La importancia de la competencia sociocultural en el aprendizaje de segundas lenguas, Interlingüística, 16 (1), pp. 431-441. Recuperado en junio de 2016 en: 

https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2514240.pdf

·      Miquel, L. y Sans, N. (2004): El componente cultural. Un ingrediente más en las clases de lengua. Red ELE, marzo, 2004. Recuperado en junio de 2016 en:

http://www.mecd.gob.es/dctm/redele/MaterialRedEle/Revista/2004_00/2004_redELE_0_22Miquel.pdf?documentId=0901e72b80e0c8d9 

·   Usó Viciedo, L. (2016): Lengua y cultura: Aprendizaje de lenguas, ¿aprendizaje de culturas?, en asignatura Aspectos Socioculturales en el aula de ELE. Máster de Profesor de Español como Lengua Extranjera. UNIBA.

·    Vellegal, Ana Mª (2009): ¿Qué enseñarle a nuestros alumnos para que no pasen por maleducados? El componente sociocultural en la clase de ELE. Recuperado en junio de 2016 en:

http://marcoele.com/descargas/enbrape/vellegal_sociocultural.pdf 

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