Esta reflexión surge de una actividad
propuesta en la asignatura de Lengua
Española en Contexto. Francisco Herrera, profesor de esta materia, nos
propuso que adoptáramos una lengua en peligro de extinción, ya que el día 26 de
septiembre, próximo a las fechas en las que se impartió la asignatura, se
celebró el día europeo de las lenguas. Teníamos que buscar una lengua,
no necesariamente europea, y anotar en el tablero el nombre, una pequeña
descripción, la razón por la que la escogimos y dar un motivo por el que, en
nuestra opinión, es necesario preservar y proteger la diversidad lingüística
del mundo. En este último punto es en el que se centra mi reflexión. No
obstante, antes de ello, para tener una idea de la situación alarmante actual, refiero
las cifras ofrecidas por la UNESCO en 2007:
· más del 50% de las 6.000 lenguas existentes en el mundo corren
el riesgo de desaparecer;
· 3.000 lenguas indígenas que se hablan en el mundo se
encuentran en peligro de extinción;
· el 96% de las 6.000 lenguas practicadas en el mundo son
habladas solo por el 4% de la población mundial;
·
el 90% de las lenguas del mundo no están representadas en
Internet;
·
una lengua por término medio desaparece cada dos
semanas;
·
80% de las lenguas africanas, por ejemplo, carecen de
transcripción escrita.
Posteriormente, dado el éxito de la actividad
inicial, el profesor creó un mapa colaborativo en Google Maps, en el que
teníamos que incluir la lengua que habíamos seleccionado. Se podía editar
y, dentro del indicador de vuestra lengua elegida, podíamos añadir una breve
información como, por ejemplo, la descripción que escribimos en el foro y
nuestro nombre.
Yo “adopté” como lengua en extinción el nasa yuwe o paez, un idioma hablado por el pueblo nasa o paez, que habita en
la zona andina de Colombia,
especialmente, en el departamento del Cauca. Es
una de las lenguas en peligro del Atlas
de la Unesco. Según las estimaciones de la organización, hay unos 80.000
hablantes. Se produjo un descenso considerable
del número de hablantes a partir del dominio
de los estados castellano-hablantes,
la desigualdad económica, la prohibición por parte de la corona española de las lenguas indígenas a finales del
siglo XVIII y la imposición a las escuelas de seguir esta política en el siglo
XX. Elegí esta lengua porque me
llamó la atención una noticia que leí en El
País, De
casa en casa para salvar la lengua nasa yuwe (2015), sobre el propósito de un hombre llamado José Yukwe, que recorre
desde hace unos cuatro años, junto a veinte personas, la zona norte del
departamento del Cauca en Colombia, con el objetivo de salvar su lengua.
Yukwe dice que el panorama es desalentador porque la gente rechaza la lengua y
no quiere aprenderla, ya que no está integrada en el sistema educativo. Con
este proyecto, han logrado algunos avances y han creado tres escuelas, con
techos de paja, donde se enseña la lengua. Sin embargo,
si el gobierno no da muestras de apoyo y no incluye la lengua en el sistema educativo
ni potencia su empleo, todos estos esfuerzos serán en vano.
Fuente de la fotografía:
http://www.lagranepoca.com
Las cifras expuestas anteriormente dan
cuenta de la preocupante situación que viven las lenguas. Por este motivo, como
señalé en el desarrollo de esta actividad, preservar
y proteger la diversidad lingüística del mundo es imprescindible porque las
lenguas son una riqueza cultural. Como
hemos estudiado a lo largo del máster, aprender un idioma no solo implica
entrar en contacto con un nuevo código lingüístico, sino también con un modo
diferente de ver y de entender el mundo; es decir, la lengua es un instrumento
de comunicación y de conocimiento. Las culturas encuentran en la lengua su
principal vehículo de expresión; por tanto, cuando una lengua desaparece, puede
suceder lo mismo con la cultura, debido a que la desaparición de una lengua conlleva
una pérdida irrecuperable de conocimientos. No obstante, el camino hacia la muerte
de una lengua comienza antes
de la desaparición de un pueblo y, en muchos casos, es responsabilidad del
mismo, ya sea por cuestiones históricas o políticas. En el caso del paez, por ejemplo,
sus hablantes se sienten inhibidos porque es una lengua que ni siquiera
se defiende desde la élite gubernamental.
Al respecto de este tema, me he acordado de mi
experiencia en Valencia. Estudié allí Filología Hispánica y, a partir de mi
formación, entendí que los docentes hicieran hincapié en la necesidad de
proteger todas las lenguas. Con la finalidad de que no se extingan y se
mantengan vivas, es necesario fomentar su uso, lo que implica que todos los
individuos que habitan la zona en la que se habla una lengua deben conocerla
pero, sobre todo, utilizarla. Para ello, es imprescindible contar con el apoyo
del Estado. Sin embargo, en aquel momento, el hecho de que el catalán (algunos
dirían valenciano, pero esto es una cuestión política) fuera una lengua
cooficial en la comunidad lo viví como un obstáculo. Acababa de llegar de Soria
y, teniendo en cuenta que tampoco conocía la ciudad, no encajé bien que la
gente que trabajaba en el ámbito administrativo, a pesar de que eran conscientes
de mis limitaciones, siguiera hablándome en catalán. Además, tenía como asignatura
troncal Lengua Catalana en segundo curso, en la que se daba por hecho que todos
los alumnos teníamos adquirido el idioma. Al igual que para otros compañeros
que venían de fuera, no fue tarea fácil aprobar esta materia. En concreto, yo
la dejé para el último año; durante ese curso académico asistí a una academia
todos los sábados por la mañana, a sesiones de cinco horas intensivas. Entiendo
y comparto la defensa de las lenguas y, aunque soy consciente de que solo se
pueden mantener si se utilizan, para lo que es esencial imponer su uso como
obligatorio, quizás este tipo de situaciones se podrían tratar de otra manera
para no perjudicar a los forasteros y, de este modo, facilitar su integración
en la comunidad. Para estos casos, se podrían fijar unas pautas distintas, así como
establecer diferentes niveles de aprendizaje, con el propósito de atender a circunstancias
específicas como las que yo experimenté. De hecho, una de las razones por las
que no me quedé en Valencia, entre otras, fue porque, para opositar, necesitaba
un título que acreditara mi competencia lingüística en el idioma. Entonces, estaba
tan saturada, que no me planteaba seguir estudiando la lengua. Pero, después de
unos años, en los que el paso del tiempo, unidos a la madurez y ampliación de mis
conocimientos, me conducen a adoptar la defensa a ultranza del estudio de las lenguas:
cuantos
más idiomas conozcamos, poseeremos más capacidades cognitivas, manejaremos más ricas
y variables perspectivas de vida, disfrutaremos de más puntos de vista y de
mayor flexibilidad y agilidad mental pero, sobre todo, desarrollaremos nuestra capacidad
de respeto y tolerancia hacia lo diferente, rasgo esencial para la convivencia entre
iguales.
El concepto diversidad lingüística está vinculado con
la existencia y convivencia de distintas lenguas; defiende el respeto por
todos los idiomas y promueve la preservación de aquellos que se encuentran en
riesgo de extinción ante la falta de hablantes. Las lenguas
constituyen una riqueza invaluable, ya que cada una de ellas comprende la
memoria histórica del pueblo que la habla y es parte esencial de su cultura e
identidad. Por este motivo, entre otros, la diversidad lingüística merece ser
respetada y defendida junto a los derechos humanos.
Bibliografía
· Idioma paez, (s.f.). En Wikipedia. Recuperado en septiembre de 2016
de: https://es.wikipedia.org/wiki/Idioma_paez
· Luz
Romero, D. (15 de septiembre de 2015). De casa en casa para salvar la
lengua nasa yuwe. Cultura. Recuperado en septiembre de 2016 de: http://cultura.elpais.com/
· UNESCO
(2016): Atlas UNESCO de las lenguas del
mundo en peligro. Recuperado en noviembre de 2016 de: http://www.unesco.org/languages-atlas/es/statistics.html